Siguiendo con el aporte de Daiana, quisiera compartir la síntesis que realicé de esta lectura.
A partir de la pluralidad de autores y sus consideraciones sobre la enseñanza a distancia, y, específicamente al e-learning, Fernández Jiménez hace una síntesis sobre dos dimensiones que deben considerarse en este sentido:
La dimensión tecnológica representada por las distintas herramientas o aplicaciones informáticas con las que se ha diseñado y construido el entorno de aprendizaje.
La dimensión educativa: representada por el proceso de enseñanza-aprendizaje desarrollada a través de los contenidos y actividades que se incluyen en el mismo.
Es válido pensar que nos encontramos con una propuesta que tiene sus ventajas y desventajas para todos los actores involucrados en ellas. Algunas de estas últimas son susceptibles de ser mejoradas y perfeccionadas con la práctica, mientras que para las primeras hay que considerar multiplicidad de factores para que efectivamente sean beneficiosas, como por ejemplo: disponibilidad de internet, acceso a dispositivos electrónicos adecuados, entre otros.
En este marco, el autor trae la caracterización que diversos autores han realizado sobre el rol del docente, considerado tutor en este tipo de enseñanza, ya que presenta particularidades en relación a la función desarrollada en la enseñanza de las instituciones bajo la modalidad presencial.
Creo que algo que llamó mi atención es la afirmación que realiza sobre la importancia de la figura del tutor, y cómo es inviable plantear una formación a distancia sin esta presencia.
Y en este sentido, creo oportuna la caracterización de Marcelo sobre las competencias (tecnológicas, didácticas y tutorial) que tiene que desarrollar el tutor para desenvolver su papel plenamente en este tipo de entorno de aprendizaje, incentivando el autoaprendizaje de los estudiantes.
Los autores García y Luque clarifican las competencias que deben desarrollar aquellos que quieran desempeñarse como tutores, distinguiendo tres áreas:1)Como experto en su área de conocimiento; 2) Como tutor en un entorno e-learning;3) Como orientador del aprendizaje.
En cuanto al estudiante, Fernández Jiménez refleja desde diversos aportes cuáles son las características y competencias que estos nuevos escenarios exigen de aquellos. Con este fin presenta a Horton, Meyer, quien retomado por Cabero (2006), explicita:
la motivación,
la independencia
y la autosuficiencia como estudiante
la autodirección,
la autoeficacia
y la autorregulación.
Además del tutor y los estudiantes, la interacción y la comunicación entre estos y, a su vez, cada actor con los contenidos es otro punto central en esta perspectiva. El e—learning ofrece la posibilidad de utilizar herramientas sincrónicas y asincrónicas, con la riqueza que ambos procesos involucra. Las elecciones sobre estas, los soportes, contenidos, etc., que se realizan en la planificación de este proceso de enseñanza-aprendizaje tienen que estar siempre relacionados con las necesidades y los objetivos de la formación.
A medida que avanzaba en la lectura de este texto, no podía evitar el repensar las prácticas que se suscitaron durante la pandemia. Siempre me llamó la atención que, frente al problema en marzo del 2020, en lugar de parar un momento y pensar, consultando con los expertos en educación a distancia (con los que cuenta este país seguramente), se implementaron medidas inmediatas y que, a pesar de todo el esfuerzo de quienes participaron, dejó en evidencia la falta de capacitación general de la docencia y del estudiantado en este tipo de educación a distancia.
Si consideramos: las competencias que debe desarrollar el tutor, el tiempo, los recursos, las actitudes que exige esta modalidad, es evidente que no se trata simplemente de trasladar lo presencial a lo virtual. Exige una formación permanente y una disposición abierta y flexible a adecuarse a esta nueva forma de entender el rol y la función docente.
A su vez, es necesario reconocer que el perfil del estudiante y, sobre todo, el desarrollo de su independencia, su trabajo activo y colaborativo, también forma parte de esta nueva modalidad y exige de su parte motivación, responsabilidad y autorregulación de sus emociones, sus procesos de aprendizajes y en el desarrollo de estrategias adecuadas para concretizar los objetivos propuestos.