Al inicio de la cuarentena sentí que iba a ser pasajera. Que en breve nos encontraríamos en el aula. Doy la materia Plantas para Interiores así qué resulta frustrante pensar en no tocar o ver bien de cerca, en vivo, a las plantas, las macetas, entender las texturas, los efectos que producen los distintos follajes y sus colores, las miles de formas que presentan las hojas, los tallos, las raíces. Nosotros ni siquiera tuvimos una clase presencial para vernos las caras, arrancamos el año virtualmente. Fue raro porque el contexto se presentaba incierto, entonces lograr sostener las cursadas, que los estudiantes no abandonen y tengan interés en las materias fue el mayor desafío.
Ya trabajaba con Moodle, y si bien me gusta la plataforma, le falta poesía, vuelo y arte. Resulta bastante rígido. Por eso optamos por otras alternativas y la que mejor nos resultó fue tener las clases sincrónicas por Google Meet. Nos reuníamos en el horario habitual de clases pero virtual, y destaco esto porque en la facultad no todos los docentes lo hicieron. Los encuentro fueron excelentes, logramos, de a poco, disfrutar de esas horas, mostrarnos plantas, ver videos, plantear situaciones y avanzar. Fue reconfortante aunque no estábamos preparados a nivel institucional para esto.
El salto de la presencialidad a la virtualidad fue un salto de fe y resultó positivo. Seguramente hemos perdido muchas oportunidades pero nos mantuvimos unidos en momentos críticos, estudiantes con Covid-19, problemas económicos, familiares, sin embargo seguimos, siempre había gente esperando la conexión, intentando salvar la distancia. Hubo aciertos, errores y mucho aprendizaje, el proceso fue nutrido por experiencias vividas de primera mano, eso nos fortaleció.
Y a medida que pasaban los meses nos dimos cuenta de cómo la necesidad de las personas por reconectarse con la naturaleza logró mejorar el día a día. Fue impresionante la cantidad de huertas, jardines urbanos (balcones, pequeños patios) que se crearon, el contacto con las plantas es una alternativa para soportar mejor el encierro y para los estudiantes una oportunidad de ver alternativas laborales concretas, nuevos espacios de creación.
En lo particular me sirvió mucho haberme capacitado en TIC, disfrutar de la virtualidad y tener un celular más o menos nuevo porque mi notebook me abandonó así que tuve que sacar un crédito y comprarme otro que ahora sí aprovecho al máximo. La desigualdad tecnológica y referente a las conexiones de internet son la parte más horrenda porque no todos pueden pagar y ahí sí tenemos un problema. Nuestros estudiantes viven en zonas muy alejadas, incluso algunos ni siquiera tienen corriente eléctrica.
Cariños